El
gran colorido de las fachadas de los palacios coloniales contrasta
con el blanco de muchos edificios de época, que da luz y
vida en sus pueblos.
El colorido y la luminosidad que hay en Menorca es muy apreciado
por pintores y fotógrafos, que visitan Menorca para realizar
muchos de sus trabajos.
Sus amaneceres y sus atardeceres pintan el cielo de naranjas y rosados,
dando una visión romántica y relajante de esta hermosa
isla.
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